La verdad, la razón y la cordura; impredecibles son en momentos como ese, perdiendo la calma, olvidando el tiempo, avanzando en reversa... demasiado rápido como para permanecer en el presente sin volver al pasado.
Prejuicios  aparecen en la debilidad de la mente vagabunda e insípida, a veces vacía e incompleta que nos lleva a perder la cordura; no sabemos nada de la verdad, o sencillamente no nos interesa, porque tan importante como ella, es saber, desde el fondo hasta la piel, que esa verdad razonada esta dentro de tu cordura y es ciertamente una verdad... claro que en ese momento, nunca sabes que es cierto.
De no ser verdad, de no tener razón al pensar y creer en ti mismo, llegamos a una fase de completa e hiriente perdida de la cordura, segundos de espasmos cerebrales donde nos volvemos tartamudos, insensatos, criminales juzgados por nuestras neuronas, debido simplemente al hecho de haber cometido el mayor pecado...ese que no se justifica más que con dolor; porque si hablamos de algo que no fue cierto, entonces haz mentido.
Sin volver a auto-condenarnos, y sin la menor presencia de razón, cordura y verdad, comprendemos que al haber perdido todo, (todo lo que para uno es importante porque realmente es todo lo que puede estar dentro de tí), la única alternativa consciente viable para no perder el juicio ya perdido, es la locura.