Ya ni siquiera me acuerdo de la última vez que escribí algo aquí. Ahora todo lo que sé es que el mundo parece acabarse y mi mundo interior también. Todo dentro de mi grita que voy por mal camino. Ya no tengo motivación. Ya no tengo esperanza. Sólo tengo un amargo sentimiento que me llena de dudas todo el tiempo.
¿Qué estás haciendo Camila?
Recuerdo que mi adolescencia fue dura pero yo elegía seguir brillando.
¿Dónde esta mi luz? Esa que me hacía mirarme con cariño en el mismo espejo que ahora evito tanto.
¿Dónde podré encontrarme?
Muchas veces, la soledad se hace muy grande en mi corazón. Sí, es verdad, me siento sola. Pero no es una soledad física. Es una soledad espiritual.
Luche muchos años de mi vida con mi familia. Con mi papá pero sobretodo con mi mamá.
Entender que nadie los haría cambiar, me llevó años. Pero entender es diferente a aceptar. Y después de aceptar, también hay un proceso doloroso que te obliga a cambiar. Ya sabes que tus palabras y acciones no servirán de nada. ¿Qué hacer ahora?

Entonces estoy justo ahí. Creando una nueva forma de relacionarme con mis padres. Una nueva forma de ser hija. Una nueva forma de recibir y dar amor. Una forma que no encuentro aún.

Todo es tan incómodo.
Todo se siente tan mal. Extremedamente mal.

Así como yo no puedo acostumbrarme a esta nueva forma, ellos tampoco entienden qué pasa.
Entonces, quién soy. Quién soy ahora y quién quiero ser mañana.

Estoy cansada de luchar con mi rabia que termina siendo mil veces peor.
Quiero sentirme libre.
Quiero brillar sin que eso les moleste.
Quiero tomar mis propias decisiones sin tener miedo.

Por favor.
Estoy muy cansada de ser otras personas.
Quiero ser yo. Por favor.