Quedo contenta con ver como tus ojos reflejan la luna,
cuando en el borde de tu mirada, una sonrisa me late fuerte.

Quedo feliz al escuchar cinco letras salir de tu boca,
cuando tus labios se curvan hacia el infinito de mis ropas.

Me hundo en tus manos cuando respiro,
un deseo que quiere ser desenvuelto en tus halagos.

El silencio en tus mejillas enrojecidas antes de tocarme,
llevarme al cielo y bajarme en tus brazos para siempre.

Cobijarme en tu abrigo mientras enredas tus brazos en mi cuerpo,
oliendo mi no perfume, en mi no alto cuello.

Dormir, como hacen las mariposas en alguna rosa,
suave, delicada, plácidamente.

Respirarte, en mi piel, en mi vida, en mis poros fríos,
suavizando mi vida, con trazos dulces de la tuya.

Entenderme, amarme, sobretodo admirarme,
por esas partes tan distintas que nos hacen especialmente diferentes.

Con mi verborrea imparablemente hiperbólica,
y tu melómano oído insaciable.

Tocarme, como a un instrumento, mientras te doy mi melodía más dulce,
acariciarte, como la pluma, que no escribe estas letras.

Estimularme hasta la última neurona y bello,
con besos suaves y gran intelecto
comprenderme, amarme, apoyarme.

Por ser la voz que espero, el baston que me sostiene, la sonrisa que me da vida.
El genio de mis deseos, el más dulce chocolate caliente, el mejor abrigo, y el mejor sueño.

Te amo