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martes, diciembre 09, 2014Me gusta la oscuridad. Me gusta sumergirme en los más profundos pensamientos, esos que me hacen reír o llorar, dependiendo de lo que sea. Me gusta, antes de comenzar a sentir el va & ven del sueño, asomar mis pupilas por la ventana y despedirme con una mirada, de las estrellas. Me gusta dormir con la puerta cerrada, porque si entra alguien, podré escuchar como se abre, "si entra un monstruo, alcanzaré a gritar", decía de niña.
Me gusta que las sábanas me tapen hasta la barbilla, y todo el cuello por detrás, así no puedo sentir lo pequeños hilos de viento que se forman por la noche.
Me gusta dormir, porque me olvido de todo lo que me hace daño. Me gusta dormir, porque no tengo que fingir que soy feliz o que estoy bien. Me gusta dormir, porque a mi mente frágil se le olvidan muchas cosas, que recuerda a la mitad del día siguiente. Y así, tengo más de 12 horas para vivir drogada por olvido de un sueño.
Me gusta pensar que alguien de verdad me quiere por como soy, por como hablo, por como camino, como visto, como bailo, como opino, como no me peino, por mis manos, por un beso, por mi risa estúpida, y mis bromas aburridas. Me gusta creer que de verdad alguien pudo o puede verme entre el millón de personas que suben al bus, andan en metro, o estudian en un lugar. Me gusta pensar que alguien en la mañana, piensa en mi al despertar, aunque quizás no lo haga.
Me gusta creer que quienes me conocen, creen que soy feliz, porque así les quito un sufrimiento más.
Me gusta el chocolate, el pie de limón, la torta, el helado, la crema, el algodón de azúcar, el azúcar, las gomitas, las empanadas, los caramelos y las papas fritas, entre tantas cosas más.
Me gusta andar con polera suelta, para poder respirar tranquila, sin fijarme en que cuando trago aire se me nota un poco más el estómago suelto.
Me gusta pensar que realmente no le importo a nadie, porque eso me da un poco más de libertad para vivir sentir.
Me gusta la arena, el mar, la montaña, el frío y no el calor. Me gusta un beso tierno e inesperado, en la mano, en la frente, el cabello, en la mejilla, en la nariz, en el cuello, en el hombro, en la espalda.
Me gusta el olor de las flores, de los árboles, del pasto húmedo, la tierra mojada; el olor a césped cortado, a cabritas recién hechas, a chocolate y café.
Me gusta dibujar cuando estoy triste, y escribir cuando el sueño no sirvió para quitar algo de la cabeza.
Me gusta ser cortés y tratar de ayudar a quien veo necesitado.
Me gustan los colores pasteles, y el negro azulado. El pelo largo, castaño y ondulado.
Me gustan los caballos, los conejos, lo perros, zorros, tortugas, peces y pandas.
Me gusta sonreír sin que se vean mis chuecos dientes.
Me gusta bailar cuando nadie me ve, y hablar con el espejo cuando sé que a la gente le molesta todo lo que hablo,
Me gustan mis amigos imaginarios, los que me acompañan al esperar, al caminar un largo trayecto sola, al descansar sola en casa, esos que están cuando nadie más está.
Me gustan muchas películas y dibujos animados. Ir al cine, subir al tejado, mirar a la nada, intentando hacerme impenetrable.
Me gusta poner atención, y a la vez, me gusta ser tan distraída cuando pasa algo más en algún lugar. Aunque me cause problemas con todo el mundo, simplemente no lo puedo evitar.
Me gusta cantar una canción diferente a la que escucho cuando noto una nota similar en ella.
Me gusta creer que el amor es verdadero.
Me gusta creer que mis padres algún día si se amaron, y que ahora son amigos.
Me gusta pensar que mis hermanas algún día se mejorarán y mi mamá podrá ver y leer todo lo que le he tenido que contar.
Me gusta mi enorme imaginación y mi constante flojera.
Me gusta tener premoniciones y presentimientos que me ayudan a decidir.
Me gustan tantas cosas, y la mitad de ellas no son de verdad.
Me gustan tantas cosas, excepto yo.
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