Away

jueves, octubre 11, 2012

Y de que servía el hecho de poder verla sin entenderla, sin ser capaz de provocar que las palabras salieran de sus boca... Esos ojos tan expresivos, hipnotices, que decían nada y a la vez todo, cada vez que la miraba sufría la desilusión de no ser un adivino, sufría por no poder ayudarla aún si saber si pedía ayuda.

Y pasaba cada vez más a menudo, conocía el tono de su iris con cada matiz de luz, y sus muecas difusas aún me confundían, podría decir que entendía ciertas cosas, pero de nada serviría aceptar que tal vez fue así... Esa niña, que de a poco se convirtió en la luz de mis días, seguía mirando y mirándome sin dignarse a emitir una sola palabra, ni una sonrisa, pero tampoco una mueca de dolor, y aunque yo entendía que no era por ausencia de voz, prefería no interferir en su consciente reflexivo y solo me dignaba a esperar, sentado, de pie, recostado, a que ella compensara el martirio de mi alma... 
El aire de pronto se volvió denso y las luces del día no cambian el matiz, comencé a preguntarme si se estaría acabando, porque yo no quería que fuera así, mi alma de pronto tomo conciencia de que el tiempo había transcurrido sin nutrir, mi corazón ensimismado se cuestionaba todo, aquello que había hecho y aquello que dejo partir... 

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