A veces me siento tan mal que la mirada se me nubla y solo quiero tirarme al suelo...
siento como si caigo en un vacío infinito donde nadie me sujeta ni me sujetará, porque estaré siempre dentro del remolino vertiginoso de la sensación de pena y desesperanza que me sobrecoge, a tal nivel a veces, que lo único que llega a mi mente racional como un escape a esto, es desaparecer. Por 1 minuto quizá, hasta volver donde estaba y sentir que nunca pasó. Como despertar de un sueño.
Nunca he pensado en la muerte como algo demasiado lejano a mi existencia. No es que crea que moriré pronto, ni tampoco que sienta que mi vida corre peligro. Pero ¿conocen a esas personas que ni siquiera pueden hacer un chiste sobre morir porque les da pavor? Bueno, yo sería todo lo contrario a eso. Pienso en la muerte constantemente. En que quizá, mañana cruzando la calle me muera, o que tal vez, mi vida sea menos larga que la vida de la abuelita que vende legumbres en la esquina. Pero aún pensando eso, no me inmovilizo (por suerte). Es decir, pienso constantemente en la muerte como algo natural, algo que nos puede pasar cualquier día y a cualquier hora.
Sin embargo, tengo clarísimo que sabiendo eso, no estoy preparada para ese momento. Ni mi momento, ni el de mis seres amados.
Llegué a hablar de la muerte porque aprendí hace poco, que ese deseo de "querer desaparecer" cuando te pasan cosas malas, califica dentro de lo que se considera: ideación suicida. Casi me morí del susto cuando lo supe. Literal, jamás he podido pensar en ser yo misma, la repartidora de mi muerte. Inclusive ahora, que estuve en un tratamiento horrible por mi resistencia a la insulina, donde debía inyectarme con esos lapicitos de diabéticos, incluso haciendo eso, inyectarme a MI MISMA, era algo insoportable de pensar. Me tomaba demasiado tiempo y sentí que era la peor traición ha mi propio yo. Básicamente, una micro puñalada.
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Escribir así, sin pensar demasiado, es la mejor cura para mi alma. Justo cuando empecé a escribir estás lineas, me encontraba dentro de ese torbellino de desesperanza debido a una situación hogareña, común y corriente. Pero que definitivamente a mi, me destroza el corazón y me hace desear no existir. Aunque sea -como dije- por unos minutos.
Escribir es terapéutico, aunque para alguien ansiosa y perfeccionista como yo -diagnosticada por cierto-, puede transformarse en un enemigo. Sería algo así como todas esas escenas de monitos o películas donde alguien intenta escribir una carta y arranca la hoja entera tras una línea. Si escribes pensando en el resultado, no podrás contra tus propias manías. Si escribes soltando como te sientes, el resultado será maravilloso.
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A veces me siento por completo una tabula raza. Lo pongo en complejo no a propósito, es que me encanta esa discrepancia entre Platón y Aristóteles. Creo que se puede observar en cada uno, su espiritu anarquista, cuando creemos que venimos con ideas preconcebidas, versus que el mundo nos condiciona a través de la experiencia.
E incluso nada de lo que digo tiene sentido, porque dependiendo el análisis, ambas teorías podrían ser anarquistas, así como ninguna en sí misma.
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Es un hecho que escribir es maravilloso. Salen cosas de mis dedos que ni podría entender del solo estar en mis neuronas.
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Al fin me encuentro más en paz. Solté todo esta presión de mi pecho y ya no pienso en desaparecer.
Quizá solo soy demasiado optimista y busco lo bueno donde no hay nada.