A veces tengo esa hermosa sensación, de que realmente tengo un lugar en el mundo.
Una misión que estoy a punto de descubrir, y mil oportunidades que me demostrarán lo afortunada que he sido y seré.
A veces siento que la vida nos proporciona cosas que no notamos. Ese amigo o amiga que siempre estará ahí -aunque no se hablen en meses o años-. Esa persona que si llamas te subirá el ánimo aunque estés a punto de rendirte o llorando en el suelo. O aquellos que no te conocen íntimamente, pero te admiran, y te desean lo mejor desde su lejanía.
Sé que nos eclipsamos con personas que creemos que son todo. Que son el amigo, el incondicional, el amante, el compañero, el apoyo y la alegría. Pero es sólo un eclipse, que dura lo que tiene que durar, y cuando ya logras ver bien otra vez, notas que estaba sobre-valorado.
Uno a veces se acostumbra a rogar, a llorar, y a querer atención de la forma equivocada. Quieres ser feliz, y para hacerlo sientes que necesitas tal cosa, entonces te pones triste porque no tienes aquello que necesitas para ser feliz, y no importa cuánto tiempo pase, te sientes disconforme, te sientes insatisfecho, infeliz. Lo quieres, lo necesitas, pero no puedes tenerlo. Te irritas.
Y con eso, pierdes un millón de oportunidades que te llevaban hacia una mayor felicidad, pero que no viste por mirar eso que brilla y no puedes alcanzar. Y para qué estamos con cosas, una vez que lo tienes, ya no lo quieres más.
Hay que aprender a mirar la vida con otros ojos. A saber que como mujeres y hombres, estamos completos. Que nada es más importante que nuestra salud. Porque sin ella, no seremos capaz de vernos hacer nuestros sueños realidad.
Somos independientes. Autónomos. Capaces de mucho más.
Hay que transcender de los placeres mundanos.
Una misión que estoy a punto de descubrir, y mil oportunidades que me demostrarán lo afortunada que he sido y seré.
A veces siento que la vida nos proporciona cosas que no notamos. Ese amigo o amiga que siempre estará ahí -aunque no se hablen en meses o años-. Esa persona que si llamas te subirá el ánimo aunque estés a punto de rendirte o llorando en el suelo. O aquellos que no te conocen íntimamente, pero te admiran, y te desean lo mejor desde su lejanía.
Sé que nos eclipsamos con personas que creemos que son todo. Que son el amigo, el incondicional, el amante, el compañero, el apoyo y la alegría. Pero es sólo un eclipse, que dura lo que tiene que durar, y cuando ya logras ver bien otra vez, notas que estaba sobre-valorado.
Uno a veces se acostumbra a rogar, a llorar, y a querer atención de la forma equivocada. Quieres ser feliz, y para hacerlo sientes que necesitas tal cosa, entonces te pones triste porque no tienes aquello que necesitas para ser feliz, y no importa cuánto tiempo pase, te sientes disconforme, te sientes insatisfecho, infeliz. Lo quieres, lo necesitas, pero no puedes tenerlo. Te irritas.
Y con eso, pierdes un millón de oportunidades que te llevaban hacia una mayor felicidad, pero que no viste por mirar eso que brilla y no puedes alcanzar. Y para qué estamos con cosas, una vez que lo tienes, ya no lo quieres más.
Hay que aprender a mirar la vida con otros ojos. A saber que como mujeres y hombres, estamos completos. Que nada es más importante que nuestra salud. Porque sin ella, no seremos capaz de vernos hacer nuestros sueños realidad.
Somos independientes. Autónomos. Capaces de mucho más.
Hay que transcender de los placeres mundanos.